El cáncer de próstata es uno de los más frecuentes, de hecho, se encuentra en el tercer lugar dentro del listado de mortalidad por cáncer en hombres.
A diferencia de otros tipos de cáncer, éste es uno de los pocos que cuenta con simples elementos que permiten a los especialistas detectarlo precozmente.
Por ello, es clave la realización de un chequeo preventivo anual, el que, en caso de detectar un cáncer en su etapa precoz, aumentará la probabilidad de lograr curación radicalmente.
Por otro lado, si un paciente se efectúa los exámenes cuando ya comenzaron los síntomas, significa que está llegando a una etapa muy avanzada del cáncer, por lo que lo más seguro es que tenga una peor respuesta al tratamiento.
¿En qué consta el chequeo preventivo?
Para prever el cáncer de próstata, se requiere de dos exámenes; uno físico en consulta y una muestra de laboratorio.
La prueba física consiste en una palpación rectal para asegurarse de que no hay ninguna anomalía en la próstata del paciente. Es indoloro, rápido y no causa molestia, al contrario de lo que comúnmente se cree.
Paralelamente, solicita una muestra de sangre para revisar los niveles de antígeno prostático. Se trata de un examen para el cual el paciente debe mantener un período de abstinencia sexual de 3 días previo al examen, no haber sido sometido a tacto rectal o manipulación prostática las 72 horas previas al examen y no haber realizado ejercicio físico, especialmente ciclismo 24 horas antes de tomar el examen.
En caso que alguno, o ambos, exámenes salgan alterados, el urólogo a cargo deberá realizar un estudio más profundo, que puede ser con el apoyo de una resonancia magnética de próstata o con una biopsia, dependiendo de cada caso.
¿Desde qué edad comenzar con el chequeo?
Se recomienda que se inicie el chequeo anual entre los 45 y 50 años.
No obstante, a todos aquellos que cuenten con antecedentes familiares de parientes cercanos que tuvieron cáncer de próstata, se aconseja comenzar un poco antes, es decir, alrededor de los 40 años.